FUENTE: 20 MINUTOS
El pasado 2 de agosto, mientras el precio del gas iniciaba una brutal escalada que lo llevaría a alcanzar cifras mareantes jamás vistas en Europa, Nadia Calviño pronunciaba unas palabras que, meses más tarde, resumirían bastante bien el punto actual de la crisis energética. "Hay que prepararse para lo peor, esperando que no suceda", expresó entonces vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos. Meses más tarde, las cifras parecen darle la razón. Putin cerró el grifo del gas, Macron habló del "fin de la abundancia" y la Airef y la banca privada predijeron una recesión técnica que, previsiblemente, España acabará esquivando. El cataclismo no se ha producido; al menos, de momento. Eso sí, 2023 será un año difícil para las economías europeas y estará marcado por el estancamiento económico.
Los últimos datos disponibles apuntan a que la economía española no caerá en números rojos en 2022. Así lo expresó la semana pasada el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos. La máxima autoridad del banco central cree que podemos esperar "un leve crecimiento" en el trimestre final del año, después de un tercero en el que el PIB avanzó un 0,2%. Suficiente para evitar los números rojos.
El predictor del PIB de la Airef, el vigilante independiente de las finanzas públicas, apunta en la misma línea. El modelo MIPred señala en estos momentos que el PIB avanzará un 0,5% en el trimestre final del año. Una cifra que, no obstante, es prematura, dado que la mayoría de indicadores del cuarto trimestre no se conocen todavía.
Para entender un poco mejor lo que está pasando hay que prestar atención a dos factores fundamentales: el sorprendente aguante del empleo y la no menos sorprendente caída de la inflación.
La gran sorpresa de las dos últimas crisis (la pandémica y, ahora, la energética) está siendo el inesperado aguante del mercado laboral, que tradicionalmente ha sido el primero en caer cuando el panorama se ponía negro. Los datos de afiliación a la Seguridad Social de los últimos meses reflejan que se sigue creando empleo, aunque el proceso se esté ralentizando. En noviembre, el dato de afiliación fue mejor que el de la media entre 2016 y 2019 y octubre de 2022 fue el tercero mejor de toda la serie histórica. Y aunque julio y agosto fueron malos en términos históricos, junio fue un mes excepcionalmente positivo. En lo que llevamos de año se han creado más de 650.000 puestos de trabajo.
La segunda variable que hay que tener en cuenta es la inflación, que ha iniciado su descenso más rápido de lo que cabía esperar hace apenas unos meses. En este sentido, las predicciones de uno de los analistas privados de más prestigio en España, Funcas (el think tank de las cajas de ahorro) son esclarecedores. En sus previsiones de septiembre, Funcas vaticinaba que el IPC interanual ascendería al 10,1% ese mes, caería al 9,4% en octubre y se mantendría estable en el 9,5% en noviembre. Nada más lejos de la realidad. Los datos que publicó el INE para esos meses fueron, respectivamente, un 8,9%, un 7,3% y un 6,8%. Este último situaba a España como el país con menos inflación de la UE en noviembre, tras varios meses en los que se llegó a ocupar las primeras posiciones.
La bajada de la inflación ha sido posible gracias a la fuerte caída de los precios del gas desde que el pasado 26 de agosto esta materia prima marcara un récord histórico. El precio del gas esta semana se situaba más de dos veces por debajo de la cifra alcanzada en el pico veraniego.