FUENTE: REDACCIÓN
Desperfectos en el edificio y en espacios particulares, pérdida de enseres, cambios de cerraduras, cristales o rejas… cuando pensamos en la posibilidad de que nuestro Municipio sea objeto de delitos contra la propiedad, los primeros efectos indeseados que se nos vienen a la cabeza son aquellos que tienen que ver con cuestiones materiales, pero ¿cómo afecta la comisión de un robo a los vecinos del inmueble desde el punto de vista psicológico?
La psicóloga clínica Marisa Horta explica que sufrir un robo en nuestro comercio o vivienda “tiene como consecuencia una serie de secuelas para las víctimas, provocadas sobre todo por la sensación de inseguridad, desprotección y miedo, que pueden hacer difícil la vida en el Municipio durante un tiempo”. Las secuelas principales con las que nos podemos encontrar son seis:
Sensación de inseguridad:
esta es, según Marisa Horta, la consecuencia más común y directamente relacionada con sucesos delictivos en nuestro comercio o vivienda. “Es normal: cuando sufrimos un robo, por ejemplo, sentimos que han violado nuestro espacio, ese lugar en que nos sentíamos seguros. La sensación de que vivíamos en una zona inviolable desaparece y se sustituye por la de inseguridad, que será mayor o menor dependiendo de la gravedad de los hechos y del carácter de la persona” precisa la experta.
Estrés postraumático:
junto con la sensación de que nuestro Municipio no es seguro, el estrés postraumático es una de las secuelas más graves de haber sido objeto de delito en cualquier municipio. Se manifiesta con síntomas como angustia aguda ante lo sucedido, insensibilidad o pérdida de interés por actividades de la vida cotidiana u aficiones que, antes del suceso, nos entusiasmaban.
Episodios de ansiedad:
la tensión asociada a situaciones de inseguridad se demuestra en muchos casos a través de episodios o crisis de ansiedad que pueden aparecer en el momento o después de un tiempo, cuando ya ni siquiera recordamos con viveza lo sucedido. Es conveniente “tratarse desde el primer momento y estar alerta por si nuestro cuerpo reacciona tarde, que sepamos cómo ayudarlo a volver a la normalidad” dice la psicóloga.
Sensación de desprotección:
aunque pueda parecer lo mismo que la de inseguridad, Horta aclara que “la sensación de desprotección va un paso más allá, porque puede afectarnos en cualquier parte. Es decir, cuando sufrimos un robo u otro delito en nuestro comercio o vivienda y nos sentimos desprotegidos en ella, generalmente extendemos inconscientemente esa sensación a otros espacios en los que desarrollamos nuestra vida, como el coche, el lugar de trabajo, las viviendas de otros familiares o la calle”.
Insomnio:
el estrés, la ansiedad y la sensación de inseguridad suelen traer aparejados problemas de sueño, que se traducen también en irritabilidad, necesidad excesiva de control o cuadros de miedo y llantos incontrolados a causa de la tensión.
Imposibilidad de regresar a la vivienda: “si la sensación de inseguridad y desprotección, la ansiedad y el estrés persisten, es posible que algunos de los afectados por el robo desarrollen un gran miedo a regresar al comercio o vivienda en el que se sienten mal y al que asocian peligros que no quieren volver a vivir” explica la psicóloga. “Esta es una de las consecuencias más graves y que necesitan de un tratamiento más continuado y exhaustivo, además de medidas de seguridad complementarias que ayuden a la persona a volver a sentirse segura en su vivienda o comercio” concluye.
Para combatir estos efectos negativos de un robo, además de recibir asistencia psicológica, lo más efectivo es la prevención. Aumentar la seguridad en nuestro Municipio mediante la instalación de videovigilancia y control de accesos es buena idea para evitar delitos que marquen la vida de sus habitantes. Hay que combatir la delincuencia, con todo los medios, más agentes y las patrullas caminando por las calles y no de paso con los vehículos, originando el llamado efecto túnel, que solo vemos el final.